Es el momento más incómodo para cualquier artista: te preguntan el precio y sientes un escalofrío. El artista está entrenado para crear valor, pero no para monetizarlo. Esta barrera psicológica nos lleva a infravalorar nuestro trabajo, afectando la estabilidad de toda la comunidad.
Puntos Clave:
- La Separación de Valores: Sentimental vs. Monetario: Tu obra es valiosa emocionalmente para ti, pero su precio de mercado debe ser objetivo. La gestión cultural implica reconocer que un precio bajo no es humilde, es insostenible.
- La Fórmula Básica (y Completa) del Costo: Tu precio base debe incluir: Materiales (x2 para cubrir imprevistos) + Tiempo (horas dedicadas x tu salario deseado) + Costos Indirectos (renta de estudio, luz, software) + Margen de Ganancia (mínimo 30%). No negociar por debajo de este costo es tu regla de oro.
- Negociación: Del Miedo a la Confianza: Nunca inicies una negociación con una disculpa o justificando tu precio. Presenta el precio con firmeza. Si el cliente negocia, pregunta: "¿Qué parte del proyecto podemos modificar para ajustarnos a su presupuesto?" (Ej. Menos tamaño, menos detalles, menos prints).
- Precio Flotante y el Mercado Internacional: Si vendes al extranjero, tus precios deben ajustarse al poder adquisitivo de ese mercado. No vendas a precio local en un mercado global. Esto es una estrategia de #financiamiento inteligente, no avaricia.
- El Poder del 'No': Aprender a decir "no" a proyectos que pagan muy poco es fundamental. Esto libera tu tiempo para buscar clientes que respeten tu tarifa, aumentando tu valor percibido en el mercado.
Conclusión: El precio de tu arte debe ser un reflejo del respeto por tu trabajo. Es hora de hacer que el arte sea una profesión sostenible.